casi a punto de desplegar
toda esa gran belleza;
poder elevarse y volar.
Salta de un lugar al otro,
con un ritmo calculado
y extremadamente meticuloso.
Es difícil ver si se habrá equivocado.
Se desliza con su piel clara,
irradiando su blanca presencia.
Y presume sus negras plumas,
ante sus pares y la audiencia.
Cae trepidante y con suavidad,
casi parece magia
aquella gran habilidad;
logró captar su rol del día.
Se acercan la luz y la sombra,
la tierra y el cielo,
las aves y las mariposas,
a ocupar terreno.
Se sintió sometida desde fuera,
y ya había cambiado su ser.
Dejó de ser lo que antes era,
había vuelto a nacer.