#36: Señales de peligro

Escrito vi un cartel
a la distancia
y me acerqué
para saber qué pronosticaba.
Entre él había dos caminos,
uno era en solitario
y el otro contigo,
el letrero era claro,
dos flechas apuntando
a cada lado.
Qué problema es elegir,
sobre todo pensando en ti,
si estuvieras por aquí
seguro me ayudarías a decidir
por donde debo salir.
Preocupación total sería
que pasase alguien
y por estar en medio de la calle
mirando las señales,
con toda la desidia
de decidirme algún día,
termine bajo la carrocería
del fúnebre auto de alguien
que sí sabía lo que quería.

#35: La injustocracia

Abro, para todos y todas, las puertas
a esta bellísima condena
que a todos nos ha tocado
por más que no le hayamos votado,
y que hace añares viene reinando.

Sean todos bienvenidos a esta injustocracia
que del mundo no se apiada,
adora siempre darle con algo nuevo,
arruinando sueldos, sueños, 
méritos, hasta la decencia de su pueblo.

Un lugar tan hermoso
donde no existe el acoso,
porque según cómo uno vista
o las cosas que digan,
el asunto se justifica.

¿Para qué vas a adoptar
un animal que no es de raza?
No seas imbécil, por favor,
para mascotas está el salario,
qué sacrifiquen a las otras, no sirve ser solidario.

Tampoco importa de dónde vengas
si por más méritos que tengas
van a pasarte por encima siempre
aquel que le sobren los billetes
o conozca más gente.

Ni hablar de las tendencias
que por el mundo dispersan.
Belleza no es ser natural,
mucho menos auténtico u original,
sino anorexia y vigorexia, eso es genial.

También enseñan a las mujeres
a ser lo que la sociedad les pretende
y a los hombres a ser unos soeces,
en lugar de educar buena gente
con valores decentes.

De verdad ya no sé qué pensar,
no sé si seré yo el que está mal
y el mundo es idílico
o está lo suficientemente podrido
como para desear no estar vivos.

Pero bueno, nada más,
lástima que no me pagan
por publicidad, sé que les haría ganar
muchísimo con tanta honestidad;
hasta siendo tan repugnante, no deja de ser verdad.

#34: Un arcoíris en la noche

Se desdibujó esa curva perfecta,
de medidas bien selectas
y siempre idéntica,
por más añeja que se vuelva.
Joder, qué tristeza,
daba gusto verla.

Era como un arcoíris en la noche,
algo que sólo la imaginación conoce,
porque para que algo así roce
mi corazón y mis emociones
con tal perforante toque,
no ha de ser de este mundo entonces.

En mis más vagas ideas planeé
muchísimas veces
tantas artimañas para hacer
que nadie, ni yo, la volviera a ver,
porque implosioné al saber
que no volvería a brillar cuando despertase.

Me pregunto si será muy estúpido
querer un arcoíris cuando todo haya oscurecido
y él sea el único brillo;
seguro las estrellas no se verían en lo más mínimo.
Lo imagino bastante lindo,
algo que valdría la pena haber vivido.

De todas formas, sería difícil,
la lluvia está de superávit 
y no quiere dimitir.
¿Qué habrá pasado allí?
Es un sempiterno sirimiri,
un sinfín.

Aunque llores y estés que te ahogues, 
nunca falta brillo en la noche,
hasta con lágrimas la llenas de colores,
y sé que cuando el diluvio afloje
va a volver ese arcoíris a retomar su pose.
Después de todo, no es buena noche sin ese broche.

#33: El secreto del olvido

Entendí que la clave
para el olvido
es de odiar a ese alguien
hasta sentir alivio
de que esa memoria incansable
al fin cesó con su trino
Y nos dejará olvidarle.

Pero no es tan fácil,
¿cómo odiar a quien una vez amaste?
He ahí mi imposible catarsis,
si el sentimiento no lo actuaste
no se le puede diagnosticar a mala praxis.
El tratamiento es más complejo que sólo recelarse.
Quizá es imposible olvidar así

Creo que siempre viviremos atados
a ciertas personas y hechos.
Donde fuimos amados
solemos volver, al menos en los recuerdos,
por más que nos hayan dejado
siempre volvemos.
Fuimos hechos para recordar lo que alguna vez disfrutamos.